El césped es una moda importada de
países con tradición paisajística, países fríos y con
precipitaciones y frecuencia de lluvia muy superiores a las de
nuestro clima. Por ello el primer paso, es educarnos culturalmente
respecto a que un jardín de diseño o no, sin césped, puede ser
mucho más interesante que un jardín con césped.
Uno de los principales problemas a los
que conlleva esta práctica es el riego. El gasto anual de agua de
una superficie de 100 metros cuadrados de césped puede alcanzar la
friolera de los 178.000 litros. La pradera consume 10 veces menos de
agua que un césped. Mientras que éste necesita 30 minutos de riego,
distribuidos en dos veces al día; la pradera necesita 30 minutos de
riego una vez al día.
La diferencia de consumo hídrico es
abismal pero no es el único problema. La pradera u otras
alternativas al césped implican una menor frecuencia de corte,
atraen las mariposas y facilitan la polinización de otras especies
vegetales, cosa que con el césped no sucede pues se tiende a
utilizar pesticidas para erradicar plagas de insectos que lo
perjudican, generando en consecuencia la contaminación del terreno.
Al sembrar pradera se ayuda también en
la preservación de ciertas especies que están siendo erradicadas de
su hábitat natural por causa del desarrollo urbano.
Estos ejemplos vienen a confirmar que
es desaconsejable la sobreexplotación del césped natural en el
contexto climático de nuestro país.
Pretendemos con esta jornada,
sensibilizar antes los problemas derivados del uso del césped en
nuestros jardines y haremos un minitaller de paisajismo en el que
trabajaremos con alternativas a esta práctica.
Algunas de estas alternativas son la
creación de alfombras compactas de plantaciones de aromáticas, las
cuales desprenden un aroma espléndido cuando se camina sobre ellas.
Conoceremos alternativas como los
acolchados orgánicos, las arenas o saúlo, la piedra, losas,
pizarra, etc. dependiendo del uso que se vaya a dar a la zona.